La unión hace la fuerza

La unión hace la fuerza

Gerardo Castillo

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“Sin amor, ¡no hay vida!” Sin amor no hay felicidad y sin amor ¡¡no hay futuro!!

Fragmento Original

“La pareja que ama y genera la vida es la verdadera «escultura viviente», capaz de manifestar al Dios Creador y salvador. Por eso el amor fecundo llega a ser el símbolo de las realidades íntimas de Dios (cf. Gn 1, 28; 9,7; 17, 2-5.16; 28, 3; 35; 11; 48, 3-4). A esto se debe el que la narración del Génesis, siguiendo la llamada “tradición sacerdotal”, esté atravesada por varias secuencias genealógicas, porque la capacidad de generar de la pareja humana es el camino por el cual se desarrolla la historia de la salvación. Bajo esta luz, la relación fecunda de la pareja se vuelve una imagen para descubrir y describir el misterio de Dios”. (La alegría del amor, n.11)

Comentario

Amor y vida van inseparablemente juntos. Pero, además, la vida que contiene el amor es “vivificante”, todo lo resucita. Por eso decimos, con sencilla espontaneidad, pero enorme profundidad: “tú eres mi vida, amor mío” o “vida mía, sin tu amor me muero”.

Todo amor de verdad es fecundo, pone vida en las cosas, engendra la vida de los hijos. Esa fecundidad de vida puede crecer sin fin, porque siempre podemos amar más y mejor. El crecimiento es la lógica de la vida y del amor.

Como médico ginecólogo me ha tocado estar presente en muchos, muchos partos, cuando se da a la luz una vida humana que ya latía en el seno materno. Desde sus primeros momentos, ese pequeño ser -la “personita” de cada uno de nuestros hijos recién nacidos- sigue creciendo con gran entusiasmo y energía, arropado por el amor de sus padres. Sin casi darnos cuenta pasa el tiempo, y aquel niño se nos ha hecho mayor. Mientras ese crecimiento ocurre, entre padres e hijos hemos ido escribiendo una historia de amor, llena de todo tipo de acontecimientos y sentimientos.

De la misma manera, cuando en mi consulta he atendido a una pareja, un matrimonio, que se aman, he tenido la experiencia de observar cómo, juntos, superan cualquier dificultad y siguen adelante, crecen, y especialmente –cuando es el caso–  esperan con profunda ilusión al hijo, fruto de su amor. Su secreto es afrontar juntos, es decir: unidos, en común concordia, lo que les trae la vida, lo bueno y lo malo, convirtiéndolo –incluso las pruebas y dificultades– en ocasiones de unirse más y amarse mejor.

La unión de amor todo lo puede, en todo logra crecer, a todo vence.  La unión hace la fuerza. Hay que entenderlo bien: el conservar y el restaurar la unión “sin rendirse nunca” es ya la misma victoria. Y a ese “nunca nos rendiremos” también se le puede llamar fidelidad del amor conyugal.

Temáticas: Amor conyugal