El amor conyugal es un proceso biográfico, con épocas diferentes. Y en cada una, mantener viva su unión pide al amor de los esposos cambios, renovación y más profunda cohesión.
Fragmento Original
“La prolongación de la vida hace que se produzca algo que no era común en otros tiempos: la relación íntima y la pertenencia mutua deben conservarse por cuatro, cinco o seis décadas, y esto se convierte en una necesidad de volver a elegirse una y otra vez.” (La alegría del amor, n. 163)
Comentario
Somos tiempo y vivimos nuestro amor conyugal mediante edades o etapas diferentes. En cada una hay un desafío de renovación del marido y la mujer. En cada una hay que alumbrarse en dimensiones inéditas, a veces fáciles y otras no tanto. Aparecen imprevistos importantes en los hijos adultos y sus vidas, en el estado de salud de alguno de los cónyuges, en la situación económica, en la nueva experiencia de ser abuelos…. En la renovación de las rutinas del pasado que se fue, la ayuda y la comprensión mutua entre los esposos será decisiva. Entrando en la veteranía, cada esposo ya debería haber aprendido a disfrutar, en vez de padecer, que el otro es distinto y que eso no es malo, sino su manera de ser y ver, que nos respetamos y acogemos. Los cambios de edad, además, hacen a los esposos, a veces, recíprocamente inesperados. Ser una sorpresa. Con sus riesgos, y con sus oportunidades.
Edmundo me comentaba en la consulta que conforme iban transcurriendo los años de su matrimonio iba valorando más a Cecilia, su esposa. Que cada etapa de su matrimonio había sido una oportunidad para asombrarse porque aparecía una dimensión nueva de Cecilia. Me decía: “desde que nos casamos. Yo no había visto a Cecilia como ama de casa, dirigiendo un hogar, limpiando, haciendo listas de compras, etc. La de ama de casa, era una dimensión de mi esposa que no conocía y que también me enamoró. Luego nació nuestro primer hijo y vi a Cecilia como madre, criando a nuestro hijo, preparando las papillas, pasando malas noches, leyendo cuentos. Más tarde, ayudando a hacer tareas. Había aparecido Cecilia-maestra. Lo mismo puedo decir sobre el apoyo que Cecilia dio a mi familia cuando mi padre enfermó. Vi a Cecilia como una hija más de mis padres, Cecilia-enfermera. Te repito, cada etapa de nuestra vida matrimonial me ha ayudado a redescubrir con asombro a Cecilia y ha hecho que mi amor por ella crezca.”