La familia no es castillo amurallado. Tipos encerrados a cal y canto. Con mirada hostil a cuanto está afuera. Todo lo contrario. La familia es la fuente primaria de la vida y del amor. Puertas y ventanas abiertas, hospitalarias. Irradia vida y amor a su entorno y a la entera sociedad.
Fragmento Original
“La familia no debe pensar en sí misma como un recinto llamado a protegerse de la sociedad. No se queda a la espera, sino que sale de sí en la búsqueda solidaria. Así se convierte en un nexo de integración de la persona con la sociedad y en un punto de unión entre lo público y lo privado.” (La alegría del amor, n. 181)
Comentario
Esther trabaja en casa de Cecilia y Alfredo Rodríguez. Todos la quieren mucho. Está por salir de vacaciones y aprovechará para visitar a su familia que vive en un pueblo de la Sierra. El lunes por la mañana al regresar del descanso del domingo, Esther vuelve a la casa con juguetes y ropa que ha comprado para llevar a su familia y a otras familias del pueblo. Cecilia comenta con Alfredo sobre lo que ha traído Esther y los dos acuerdan ir con sus tres hijos a ese viaje.
Alfredo dice: “el mundo de nuestros hijos no es solamente su casa, la casa de sus primos y la de los abuelos. El mundo es mucho más grande y es bueno que vayan conociéndolo, que vayan aprendiendo a querer también a quienes no son de su familia, así como quieren a Esther. Los tres chicos ayudan a repartir la ropa, los víveres y medicinas, y participan en los juegos y los cantos que han ensayado para la comunidad.
Si bien la familia es intimidad, no está llamada a velar solamente por sus miembros. La familia lleva en sí el dinamismo de la apertura a los demás, a los que no forman parte de esa familia concreta pero sí de la “familia humana” a la que pertenecemos todos. Por ello la familia es escuela de sociabilidad, nos enseña a vivir en sociedad, a querer a los demás miembros de la familia humana comenzando por los que tenemos más cerca.
Si puedes, haz la experiencia de un voluntariado junto a tus hijos, como un proyecto de solidaridad de vuestra familia con el entorno necesitado. Si lo haces con arte y sabiduría, verás cómo os une a lo grande. Además, les enseñas a tus hijos a descubrir a sus padres. Y tú aprendes a conocer mejor a tus hijos y a intimar con ellos.