Dios es compañía cálida

Dios es compañía cálida

Carlos E. Guillén

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No le tengas miedo a Dios. No es tu juez sino tu Padre. No es tu fiscal, verdugo y enterrador. Dios, que te creó, es el más comprometido en que vivas “vivo” y no “muerto en vida”. Dios es luz tierna y compañía cálida. Si tienes miedo a Dios es porque algo o alguien te lo deforma y te lo oculta. Ese alguien, a veces, podrías ser tú mismo…

Fragmento Original

“La conversación con el sacerdote, en el fuero interno, contribuye a la formación de un juicio correcto sobre aquello que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer” (La alegría del amor, n. 300).  “Invito a los fieles que están viviendo situaciones complejas, a que se acerquen con confianza a conversar con sus pastores o con laicos que viven entregados al Señor. No siempre encontrarán en ellos una confirmación de sus propias ideas o deseos, pero seguramente recibirán una luz que les permita comprender mejor lo que les sucede y podrán descubrir un camino de maduración personal. E invito a los pastores a escuchar con afecto y serenidad, con el deseo sincero de entrar en el corazón del drama de las personas y de comprender su punto de vista, para ayudarles a vivir mejor y a reconocer su propio lugar en la Iglesia” (La alegría del amor, n. 312).

Comentario

Algunas personas no acuden al sacerdote porque “no quieren sentirse juzgados”.  Si es tu caso, no te preocupes, no es misión del sacerdote juzgarte, sino ayudarte a juzgar tu situación según el juicio de Dios, que es verdad y misericordia. Acude a un sacerdote con el que tengas confianza y ábrele tu alma. No se trata de elegir el que no me va a decir nada, sino el que sabes que te conoce y comprende tu situación. Anda, aunque te dé vergüenza. Te tratará bien. Podrán tener una de esas conversaciones orientadoras, que poco a poco va cambiando la vida. No será un juicio violento, sino una luz que se va encendiendo para que poco a poco vayas viendo más claramente qué es lo que te da Dios Amor y en qué puedes corresponderle, paso a paso.

Un sacerdote sabe que es rostro de Jesús, latido de su Espíritu tierno y salvador. Nunca, como sacerdote, rostro de sí mismo como otro hombre más, enmascarando con sus prejuicios o defectos de carácter el rostro y el corazón de Jesucristo, a quien representa.

Quizá reencontrarse con Jesús y su manera de amar sea un viaje largo: nos tomaremos el tiempo que haga falta. Sabes que no tendrás la razón en todo, pero no te humillarán al decírtelo: tú mismo te irás dando cuenta, irás comprendiendo mejor lo que te sucede. Tienes un lugar en la Iglesia, y no debes renunciar a él, ni la Iglesia debe cerrarte las puertas. Vale la pena ponerse en camino, con alguien que te acompañe y te guíe.

El miedo a Dios -que es la compañía tierna por excelencia- te condena al vacío y a la soledad existencial. Ese miedo a Dios podría venir alimentado por tu miedo a la verdad de ti mismo. Porque si conoces a Dios, entonces te conoces mejor a ti mismo. Pero a Dios tu verdad no le espanta, ni le aparta, ni le provoca ascos. Él es el Jesús de los leprosos y la adúltera, el Dios de los moribundos, marginados y abandonados. Él es el buen samaritano con el malherido en los caminos de la vida. Él es el Padre fiel que cada mañana sale a la espera del hijo vicioso y pródigo. Más, mucho más, que el mejor padre y madre que pudieras soñar, Dios te hará experimentar adentro la ternura de su acogida si confías en su amor y te pones en sus manos. Pues la fe no es otra cosa que la íntima confianza en Dios y en su amor.

Temáticas: Espiritualidad