Tu experiencia de esposo vale para otros esposos. No la escondas. Ponla en valor. Prepárate como un buen profesional. Ayudando a otros, también mejoras tu propio matrimonio.
Fragmento Original
“Las respuestas a las consultas también expresan con insistencia la necesidad de la formación de agentes laicos de pastoral familiar con ayuda de psicopedagogos, médicos de familia, médicos comunitarios, asistentes sociales, abogados de minoridad y familia, con apertura a recibir los aportes de la psicología, la sociología, la sexología, e incluso el counseling(…) Todo esto de ninguna manera disminuye, sino que complementa, el valor fundamental de la dirección espiritual, de los inestimables recursos espirituales de la Iglesia y de la Reconciliación sacramental.” (La alegría del amor, n. 204)
Comentario
No nacemos maestros. A amar se aprende amando. No a solas, como ermitaño en el desierto, sino como hemos aprendido tantas cosas en la vida: con la ayuda, ejemplo y consejo adecuados.
Cuando he tenido la oportunidad de hablar con matrimonios, he procurado ofrecerles esta visión que aconseja el Papa Francisco: que se formen juntos como esposos y padres con personas expertas en orientación familiar (o, si es el caso, que acudan a una terapia que les ayude a sanar algún aspecto de su vida familiar), y que tengan cada uno dirección espiritual.
Son dos cosas distintas, pero igualmente importantes, y no se puede prescindir de ninguna. Un director espiritual no pretenderá aconsejar en temas de pareja, máxime si no ha tenido oportunidad de escuchar al otro cónyuge, y porque muchas veces –por limitaciones de tiempo– tampoco les puede ofrecer una “terapia” que se prolongue en el tiempo. Esa terapia es mejor que la dirijan otras personas casadas, con experiencia y formación a nivel profesional, como las que habla el Papa.
Por otro lado, aunque un orientador familiar les hable de la importancia de la práctica de la fe en la familia, no los va a guiar paso a paso en el desarrollo de su vida espiritual, desarrollo en el cual se juegan el despliegue de la vida de la gracia que han recibido en los sacramentos (especialmente en el del matrimonio) en orden a su santificación específica como esposos y padres. Eso sí será tarea del director espiritual.
Ojalá las familias comprendan verdaderamente que en esta vida las cosas serias no se improvisan. En todas se requiere compromiso, esfuerzo y un buen guía.