En nombre de un amor digno

En nombre de un amor digno

Juan Carlos More

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¡Sé rebelde! ¡Rompe con los rebaños humanos de hoy! ¡Balan y mugen sobre el amor como las manadas del antaño más viejo¡¡No seas masa, sino persona!

¿Rebeldía en nombre de qué?  En nombre de un amor digno de tu persona. Un amarse, entre tú y tus amados, donde te das y acoges entero y sincero, con verdad y sin mentiras. No el de usarse para la temporadita y luego tirar a la basura. No el de la manada.

Fragmento Original

“Esto no significa dejar de advertir la decadencia cultural que no promueve el amor y la entrega. Las consultas previas a los dos últimos sínodos sacaron a la luz diversos síntomas de la «cultura de lo provisorio». Me refiero, por ejemplo, a la velocidad con la que las personas pasan de una relación afectiva a otra. Creen que el amor, como en las redes sociales, se puede conectar o desconectar a gusto del consumidor e incluso bloquear rápidamente. Pienso también en el temor que despierta la perspectiva de un compromiso permanente, en la obsesión por el tiempo libre, en las relaciones que miden costos y beneficios y se mantienen únicamente si son un medio para remediar la soledad, para tener protección o para recibir algún servicio. Se traslada a las relaciones afectivas lo que sucede con los objetos y el medio ambiente: todo es descartable, cada uno usa y tira, gasta y rompe, aprovecha y estruja mientras sirva. Después, ¡adiós! El narcisismo vuelve a las personas incapaces de mirar más allá de sí mismas, de sus deseos y necesidades. Pero quien utiliza a los demás tarde o temprano termina siendo utilizado, manipulado y abandonado con la misma lógica. Llama la atención que las rupturas se dan muchas veces en adultos mayores que buscan una especie de «autonomía», y rechazan el ideal de envejecer juntos cuidándose y sosteniéndose.” (La alegría del amor, n.39)

Comentario

Llamo la atención sobre un elemento que conviene plantear a las parejas durante la preparación pre-matrimonial. Un dato del que no se habla. Y que también se debería develar y afrontar en la formación del colegio y en el diálogo en el hogar. ¿Cuál es ese elemento?

Se trata de un producto artificial, una atmósfera cultural sobre la sexualidad y el amor, creada, difundida, e impuesta por algunos poderes ideológicos. Es una auténtica cámara de gas: entras para una ducha refrescante y lo que encuentras es la muerte interior.

Los padres quieren lo mejor para sus hijos. En base a esa fuerza amorosa, hay que pedirles a los padres que alerten a sus hijos de los intereses que hay detrás de tantas campañas publicitarias, que se refuerzan en la moda, el cine, la televisión, la radio y las revistas. Que enseñen a sus hijos a ser críticos y libres ante esas alienaciones de su interior. Que aprendan a ser personas, en vez de masa aborregada. La sexualidad y los amores para la manada humana, les harán mucho daño, les llenarán de fracasos, les dejarán vacíos y tristes.

Mientras que el tiempo en el que padres e hijos comparten palidece, en comparación con la exposición brutal a la que están sometidos los jóvenes, expuestos permanentemente a través de sus teléfonos móviles. La brecha generacional se hace más grave, causando su incomunicación, ya que los padres no entienden bien la magnitud de la exposición a mensajes desorientadores a los que sus hijos están expuestos.

Un claro ejemplo, entre muchos, es cierta música de moda, que los padres cantan e incluso hacen bailar a sus hijos, sin darse el trabajo de entender lo que propone la letra sobre el amor o los modelos de comportamiento que se están fomentando por ese medio. Proponen todo lo contrario a lo que creen y enseñan los padres.

No se trata, en familia, de reprimir y prohibir sin más. Porque los hijos son personas, no rebaño de ovejas. Se trata de comunicarse con los hijos, explicando, esclareciendo, enseñando a ser persona libre y no aborregada, sobre todo testimoniándoles con la propia vida qué es el amor, el verdadero y bueno.

Temáticas: Educación familiar