Porque te amo te quiero fuerte. No pusilánime, ni cobarde. Valiente y capaz de vencer. Maduro para darse y amar, no sólo un necesitado de que te amen.
Por eso, los padres sabios no encierran al hijo en una campana de cristal, para protegerlo de las circunstancias difíciles y jamás entre en combate. Al contrario, le dan las armas para defenderse. Les enseñan a usarlas. Le dan la oportunidad de vencer.
Fragmento Original
“Lo que interesa sobretodo es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía. Solo así ese hijo tendrá en sí mismo los elementos que necesita para saber defenderse y para actuar con inteligencia y astucia en circunstancias difíciles. Entonces la gran cuestión no es donde está el hijo físicamente, con quién está en este momento, sino donde está en un sentido existencial, donde está posicionado desde el punto de vista de sus convicciones, de sus objetivos, de sus deseos, de su proyecto de vida” (La alegría del amor, n. 261)
Comentario
Quiero trasladarles la experiencia y comentarios de mi amiga Carmen. Me cuenta lo siguiente:
“Yo creía que hacía bien previniendo a mis hijos sobre situaciones difíciles que se les podían presentar en la vida. Hasta que me imaginé a mis hijos como guerreros peleando contra esas dificultades. De esta forma me di cuenta que me limitaba a exponérselas, a describirlas, a decirles que tuvieran cuidado. Así los protegía limitadamente, sólo les daba un escudo.”
“Una cosa es la teoría –el escudo- y otra los medios concretos, –las armas– para que pudieran enfrentar esas situaciones. Tenía que proveerles de las dos cosas: el escudo y las armas. Tenía que darles ejemplos concretos de cómo usar las armas, darles ejemplos de contestaciones, de actitudes firmes, aunque a veces les pareciera que tenían a todo el mundo en contra, aunque fueran terminantes.”
“Además, en la base de todo, cultivé con amor, con naturalidad y libertad, una confianza para que nos contaran, a su padre y a mí, cómo les había ido en el colegio, en las reuniones, en la universidad, sobre sus amigos, para tener un panorama más completo. Felizmente lo entendieron, aprendieron a usar el escudo y las armas.”