La aventura del matrimonio

La aventura del matrimonio

Rosario de la Fuente

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Quemé las naves del pasado cuando me casé. Sólo atiendo al desafío que tengo delante. Ser más y mejor nuestra unión de amor y de vida. Y ahí me viene el milagro: cada día tengo ocasión de crecer en paciencia, generosidad, misericordia, ternura, acogida íntima a quien quiero con sus virtudes y con sus defectos. Tomo esas ocasiones y las exprimo como un buen limón.

Fragmento Original

Tener paciencia no es dejar que nos maltraten continuamente, o tolerar agresiones físicas, o permitir que nos traten como objetos (…). Si no cultivamos la paciencia, siempre tendremos excusas para responder con ira, y finalmente nos convertiremos en personas que no saben convivir, antisociales (…) Esta paciencia se afianza cuando reconozco que el otro tiene derecho a vivir en esta tierra junto a mí, así como es (…) El amor tiene siempre un sentido de profunda compasión que lleva a aceptar al otro como parte de este mundo, también cuando actúa de un modo diferente a lo que yo desearía. (La alegría del amor, n.92)

Comentario

Si he iniciado la aventura del matrimonio con mi esposa/o debo dirigir toda mi existencia a amar a esa persona con sus virtudes y defectos, que los tiene!, como yo tengo los míos. Mi respeto, cariño, veneración hacia ella/él, tengo que manifestarlo en el día a día con mil detalles que hagan amable la convivencia, que serán pequeños pero que lograré con ellos la armonía, la paz y la tranquilidad que quiero exista en mi hogar: ser puntual, ordenado, amable, atento, generoso, con espíritu de servicio etc. Y eso debe ser al inicio y cuando comienzan a llegar los niños, con los que Dios nos bendice.

Ahí es donde principalmente, en la familia que va creciendo, se forja el verdadero cariño, porque cada uno se va desprendiendo de su yo egocéntrico para pensar siempre en el tú y en el nosotros. Esa generosidad, de pensar continuamente en el otro, es la clave para que las cosas vayan bien, y mi marido o mi mujer estén deseando llegar a casa después de un día de trabajo agotador. También los hijos quieren llegar a un hogar donde se les quiere por sí mismos tal como son. Donde no hay maltrato, hay comprensión, también se les corrige, pero alentando a la victoria.

Cada miembro de la familia luchará para que nunca exista violencia en el hogar, ni física ni psicológica, porque estamos viendo los estragos que ello supone. Una personalidad firme, segura, madura se va forjando en la familia, y es lo que hace que seamos buenas personas, virtuosas, y buenos ciudadanos. Muchas enfermedades, tanto físicas como psicológicas, provienen muchas veces por no encontrar un verdadero arraigo en la familia.

Debo estar, como marido, mujer, hijo, arraigado en la familia, como lo está el pez en el agua. Cuando este pretende salir a la orilla se asfixia. Querer salir de la familia porque me impacientan los defectos de los otros, es peligroso, me faltará el oxígeno para respirar, aunque al comienzo no lo note. Esas impaciencias me impiden aprender a ser paciente. Y la paciencia es imprescindible para saber amar de verdad.

Temáticas: Vida familiar