¿Qué maestro enseña qué es un matrimonio? Los hijos lo aprenden en la vida diaria de sus padres, viendo su testimonio de esposos unidos. Esa experiencia del amor conyugal, en el hogar, es la mejor herencia para sus futuros matrimonios.
Fragmento Original
“… las familias cristianas, por la gracia del sacramento nupcial, son los principales sujetos de la pastoral familiar, sobre todo aportando “el testimonio gozoso de los cónyuges y de las familias, iglesias domésticas”. (La alegría del amor, n. 200)
Comentario
Les cuento cosas que he vivido. Aurora y Antonio tienen 30 años de casados. Se casaron en la Parroquia de Santa Lucía. Sus tres hijos eligieron casarse en la misma iglesia donde se celebró la boda de sus padres. Al recibir la invitación para el matrimonio del tercer hijo, un familiar hizo el siguiente comentario:” ¿Ah, se casan en la misma iglesia para seguir el formato? El chico respondió: “No, nos casamos en esta iglesia porque nos recuerda el matrimonio de mis padres y lo felices que son. Queremos ser tan felices como ellos. Queremos tener un matrimonio como el que ellos tienen”.
¡Eso es! Los hijos se miran en los padres como en un espejo. Para aprender a vivir los valores y las manifestaciones reales del amor conyugal verdadero. Como esposos, los padres, somos un referente para nuestros hijos. Lo somos para bien y también para mal. No somos un modelo por ser perfectos, esféricos, utópicos y celestiales. Lo somos por nuestro honesto, leal y fiel esfuerzo, por nuestra constante perseverancia, por reconocer defectos y traspiés, por corregirlos, por ayudarnos y levantarnos. Por la esperanza, las misericordias recíprocas, las ternuras y el buen humor con que lo hacemos. La vida matrimonial de los padres es un ejemplo para la vida que los hijos quieren tener de casados. Los hijos, como los de Aurora y Antonio tienen la ilusión que su matrimonio sea tan real, y por eso hondamente feliz, como el de sus padres.
¿Cómo Aurora y Antonio enseñaron qué es el matrimonio? Los hijos los vieron en la vida diaria, en su entrega y en sus acogidas, en su salir adelante en los momentos difíciles, experimentaron su amor hecho obras día a día. Vieron a sus padres “sudar juntos” la conservación de su unión. Su hacerla crecer. Y su resolución en restaurarla, lo antes posible, de roces, rutinas y otros cansancios.