La Iglesia es todo el Pueblo de Dios. Todos los bautizados somos la Iglesia. La familia necesita ser puesta, dentro de la Iglesia, en el primerísimo plano que le corresponde. Demasiadas cosas importantes se juegan en la familia. Incluido el futuro de la humanidad y de la Iglesia misma.
Fragmento Original
“La Iglesia es familia de familias, constantemente enriquecida por la vida de todas las iglesias domésticas. Por lo tanto, “en virtud del sacramento del matrimonio cada familia se convierte, a todos los efectos, en un bien para la Iglesia. En esta perspectiva, ciertamente también será un don valioso, para el hoy de la Iglesia: la Iglesia es un bien para la familia, la familia es un bien para la Iglesia. Custodiar este bien sacramental del Señor, corresponde no sólo a la familia individualmente, sino a toda la comunidad cristiana” (La alegría del amor, n. 87)
Comentario
A veces se cuela una visión algo clericalizada de lo que es la Iglesia. Parece muy importante restituir su puesto a la familia dentro de la Iglesia. A los esposos, como tales, y como padres, y a los abuelos. De unos y otros dependen en mucho la educación y la transmisión de la fe, la esperanza y el amor de caridad. Porque la familia lo hace, desde el mismo nacimiento, dentro del hogar, esto es, en la casa donde hay la incondicionalidad del cariño y del amor, la ternura de la misericordia, la paciencia y el perdón, la esperanza en el mañana, y la afirmación constante de que la vida es un inmenso regalo de Dios, que siempre vale la pena, y al que corresponder con amor y haciendo fructificar los talentos recibidos.
Está muy claro que siendo cada familia una célula básica de toda sociedad y constituyendo una iglesia doméstica, el deber de preservar su integridad y de cultivar los valores de la familia se hace sumamente urgente en la sociedad y en la Iglesia. La familia, fundada en el matrimonio –que es un sacramento para los esposos bautizados–, con su ejemplo de amores incondicionales y para toda la vida, es el mejor antídoto frente al egocentrismo individualista, el relativismo y el vacío existencial, con sus tristezas y vacíos vitales.