Cuanto más amas a tu cónyuge, hijos, hermanos, abuelos o nietos más te encuentras con Dios…, porque más te pareces a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Fragmento Original
“Una comunión familiar bien vivida es un verdadero camino de santificación en la vida ordinaria y de crecimiento místico, un medio para la unión íntima con Dios” (La alegría del amor, n. 316)
Comentario
Con palabras semejantes a las del Papa Francisco, San Josemaría lo vino diciendo a lo largo del siglo XX: el matrimonio es camino de santidad.
El referente originario del nosotros humanos, que es cada familia y su unidad amorosa, es el Nosotros de la Trinidad: la comunión de amor infinito y eterno entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El ejemplar humano de este amor es para los cristianos la Sagrada Familia de José, María y Jesús. Por eso, en el amor ordinario de una familia, con su núcleo matrimonial, que cada día corriente se esfuerza por amarse y crecer en su unión, justo allí se está viviendo a imagen y semejanza del amor de Dios Trino y es camino especial de santidad y salvación para todos sus miembros.