Dios acoge con ternura

Dios acoge con ternura

Rosario García Naranjo

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El amor bueno y verdadero tanto más se esmera, en su darse y acoger, cuanto más necesitados están nuestros amados.

Ningún médico bueno y honesto abandona a sus pacientes, ni se queja y les reprocha que estén enfermos, ni que necesiten cuidados para recobrar su salud. No podemos, en familia, dejarnos ganar por el buen médico. El amar en serio, con luz y misericordia, invita a más compromiso. A nunca abandonar, ni rechazar, ni condenar a las personas.

Acoger a toda familia –hacerlo con el amor, fe y esperanzas que pide el Evangelio de la familia- tiene un mensaje para los que conviven sin casarse, para los matrimonios en los que los problemas o la rutina han echado polvo sobre su amor, para cuantos tienen enfermos sus amores.

Fragmento Original

“El Evangelio de la familia alimenta también estas semillas que todavía esperan madurar y tiene que hacerse cargo de los árboles que han perdido vitalidad y necesitan que no se les descuide” (La alegría del amor, n.76)

Comentario

Quizás sin querer alguna vez podemos habernos sentido “superiores” por tener una familia linda, sin problemas serios. “Superiores” respecto de otras familias en las que los padres ya no conviven, o se divorciaron, o contrajeron otro matrimonio o donde las relaciones entre los esposos van mal. Quizás si hemos conocido o éramos amigos de familias así, nos hemos alejado de ellos.

Hay que rectificar esta actitud. Se parecen demasiado a las de quienes, ante el malherido en los márgenes de la vida, pasaron de largo. No fueron el buen samaritano. Cada familia en su particular historia –también en sus derivas, desamores y naufragios– es mirada con cariño por Dios, que siempre es amor misericordioso y Padre que sale al encuentro con los brazos abiertos a todo hijo pródigo. O que nos cuenta que hace el buen samaritano, ocupándose curar y de cuidar al malherido por tantos ladrones que tiene el vivir. Para cada persona y familia con problemas, con desuniones, arrojada al margen, tiene un mensaje de mejora, de mayor salud, y a cada una Dios la acoge con ternura.

Si cabe, acercarnos más aun a esas familias necesitadas de más cariño, ayuda y compañía; acercarnos físicamente y, sobretodo, apoyados con la oración constante y los sacrificios que el amarles nos sugiere. ¿Oraciones y sacrificios? Pues sí, of course, así llamamos la atención a todos los santos del cielo para que echen una mano al caso que nos interesa. Los sacrificios son obras concretas nuestras en su favor, aquí y ahora. No son degollar carneros y quemar alguna ternera.