Un padre es padre. Una madre es madre. No son un amigo, colega, compañero, otro igual. Mis padres son el origen personal de mi vida, los que me amaron primero al procrearme. Amigos, son otra cosa. Ni por asomo, son mi origen, ni me aman, como su hijo, de principio a fin toda mi vida.
Fragmento Original
“No es sano que se intercambien los roles entre padres e hijos, lo cual daña el adecuado proceso de maduración que los niños necesitan recorrer y les niega un amor orientador que les ayude a madurar”. (La alegría del amor,n. 176)
Comentario
Los amigos no podrán nunca ser tus padres, ni los padres, a su vez, unos colegas y compañeros más. Si los padres no logran ser padres, tampoco los hijos logran ser hijos.
A veces son los padres los que se “abren” con sus hijos, y los hijos que aconsejan con sensatez a sus padres, en vez de ser al revés. A lo mejor una madre está feliz de tener una hija o hijo así. Disfruta con esos hijos tan maduros. Quizá con una madurez que ese padre o madre le gustaría haber tenido a su edad, o incluso ahora.
Efectivamente, te ha tocado una chica o un chico “maduro”, que sabe lo que hay que decir. Y, sobre todo, sabe escucharte y consolarte. Pero el precio a pagar es que esa hija o hijo ya se ha quedado sin una mamá o papá a quien abrirse, en quien confiar y apoyar la espalda de su crecimiento y maduración.
Si estás a tiempo, comprende, como padre y madre, que la relación de consejo, apoyo y ejemplo tiene que ir en un sentido: de los padres hacia los hijos, no al revés. Si la fuerzas a que vaya del hijo a ti, ya tú no eres un consejero o consejera para tu hija o hijo. Ya perdió esa oportunidad. Tú puedes encontrar un consejero en otra parte, pero él sólo tiene a mano a su papá y a su mamá. De modo que, si estos le fallan, ¿quién podrá tomar ese lugar tan insustituible de ser su padre o su madre?
Estás a tiempo. En cada nueva época de la vida de tus hijos, vuelves a estar a tiempo.