No es lo mismo ser padre que madre

No es lo mismo ser padre que madre

Ana Cecilia Crisanto

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Ser padre y ser madre no es lo mismo. No son intercambiables, sustituibles o suprimibles a la carta o al capricho.  Ni puedes ser padre y madre a la vez. Ni puedes sustituir a la madre con dos padres, ni al padre con dos madres.

Fragmento Original

“El varón «juega un papel igualmente decisivo en la vida familiar, especialmente en la protección y el sostenimiento de la esposa y los hijos […] Muchos hombres son conscientes de la importancia de su papel en la familia y lo viven con el carácter propio de la naturaleza masculina. La ausencia del padre marca severamente la vida familiar, la educación de los hijos y su integración en la sociedad. Su ausencia puede ser física, afectiva, cognitiva y espiritual. Esta carencia priva a los niños de un modelo apropiado de conducta paterna».” (La alegría del amor, n. 55)

Comentario

Hace pocos días, en una charla a la que asistí en el colegio de mis hijas, la expositora (Orientadora Familiar y Master en Matrimonio y Familia), nos hizo reflexionar sobre una realidad natural. Una madre no puede -aunque lo intente- ser “madre y padre” para sus hijos. Será en todo caso “doblemente madre”, nos dijo. La expositora no solo se refería a quién debía asumir las responsabilidades familiares sino sobre todo a lo que el padre, como varón, aporta en la vida familiar. Se refería al modo en que el padre-varón asume esas responsabilidades, así como la madre con su modo de ser femenino asume las suyas. En resumen, la madre no puede ser padre… porque no es varón.

Coincido con la idea de la expositora, pero, además, como abogada sé que esa complementariedad entre madre y padre, ambos distintos pero presentes, en la formación de los hijos es algo a lo que ellos tienen derecho, es lo que les corresponde por justicia… y por amor.

No digo esto pensando en las madres que se han quedado solas sin quererlo, ya sea por la muerte de su esposo, por abandono o en general porque el esposo está incapacitado para asumir sus compromisos de manera sana y estable. Excluyo estas circunstancias que no son positivas, pero al mismo tiempo no se eligen. Frente a esas madres, todos deberíamos “quitamos el sombrero”. Para ellas solo puede haber admiración, respeto, apoyo real de los más cercanos y oración. Luchan solas y no se rinden, pese a que su “ejército” es más menguado.

Lo que menciono en los primeros párrafos, lo digo porque me hizo pensar en la labor tan importante que tienen los orientadores familiares y quienes acompañan a las parejas en crisis. Pienso que, frente a una posible decisión de separación, es conveniente que a los esposos se les hable con la verdad y se les ayude a reflexionar también sobre sus compromisos paterno-filiales. Los hijos, en cuanto hijos, tienen un primario derecho a nacer, crecer y madurar dentro de un hogar, donde los padres se aman y les aman. Ese es el sentido profundo de su derecho a la vida, porque nada de la persona humana es pura y meramente biológico…, o material, en el sentido que sólo con dinero se soluciona.

Temáticas: Paternidad