La construcción del amor

La construcción del amor

César Chinguel

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El amarse tiene una esperanza propia y exclusiva. La de darse y acogerse, cada vez más, engendrándose uno al otro lo mejor de sí mismos.

Fragmento Original

Panta elpízei: no desespera del futuro. Conectado con la palabra anterior, indica la espera de quien sabe que el otro puede cambiar. Siempre espera que sea posible una maduración, un sorpresivo brote de belleza, que las potencialidades más ocultas de su ser germinen algún día. No significa que todo vaya a cambiar en esta vida. Implica aceptar que algunas cosas no sucedan como uno desea, sino que quizás Dios escriba derecho con las líneas torcidas de una persona y saque algún bien de los males que ella no logre superar en esta tierra” (La alegría del amor, n. 116)

Comentario

Si algo que puede cambiar y mejorar el interior de las personas es el amor. Esta es una esperanza propia, una exclusiva del amarse en serio, con verdad y bondad.

Sin embargo, hay que diferenciar entre defectos y limitaciones. Uno puede mejorar los defectos, porque están al alcance de la libre voluntad. No, en cambio, las limitaciones de raíz genética –el nivel de inteligencia, la predisposición corporal al equilibrio y la armonía de movimientos, la altura, la rapidez de reflejos psíquicos y físicos-, porque tienen arraigo en la naturaleza y deben ser aceptadas amablemente.

Incluso, cuando opera el amor, algunos aparentes defectos de uno de los cónyuges permiten al otro crecer y mejorar para atenderle, complementarle o suplirle. Claro está que ese crecimiento ocurrirá si aceptamos defectos sin reproches, menosprecios, burlas, impaciencia agresiva, humillaciones o maltratos. Creceremos si, por el contrario, los aprovechamos para confiarnos uno al otro con realismo, humildad, y amable acogida.

El amor auténtico permite que cada uno sea el mejor que puede ser por él y por ella, saca lo mejor de cada uno. Ambos lo hacen el uno con y por el otro. Así, con el transcurrir del tiempo, cuando los cónyuges miran el camino recorrido, se sorprenden con alegría de lo que su amor ha construido, no sólo con sus hijos y en el hogar familiar, sino adentro de ellos mismos.