Nos realizamos como personas a través del amor

Nos realizamos como personas a través del amor

Pedro Juan Viladrich

EspañolEspañol | English English

Somos varones y mujeres por amor y para amar. La completa naturaleza humana, con igual dignidad y valía, se modaliza en dos formas diferentes y complementarias. De este modo, la materia del don y la acogida de los amores humanos, lo que comparten y comunican, son dimensiones de la misma humanidad.

Fragmento Original

“Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia” (La alegría del amor, n.56).

Comentario

Tenemos los seres humanos experiencias desgraciadas de las ideologías que deshumanizan. El comunismo, el nazismo, los fascismos, las justificaciones de la esclavitud. Conocemos sus síntomas. Por ejemplo, su imposición tiránica contra la libertad de pensamiento, expresión y divulgación de cuanto las contradice, incluidas las evidencias de las ciencias. Otro síntoma, típico de las tiranías, es actuar, incluida la coacción violenta, para desprestigiarte profesional y socialmente, o para perseguirte penalmente, si pones en cuestión cualquier de sus dogmas impuestos. Con mucha frecuencia, esas ideologías totalitarias aprovechan una injusticia, una lacra social, una reivindicación histórica para, bajo su paraguas y excusa, imponer un remedio que es peor que la enfermedad.

Sugiero modestamente, ante ciertos radicalismos e imposiciones de la ideología de género, preguntarse por su propuesta de amor, si es que la tienen clara. Resulta pobre y débil, sorprendentemente antigua, tanto desde el punto de vista antropológico, como psicológico y experimental.  Conduce a demasiados fracasos, decepciones, soledades y vacíos personales. Tal vez, lo que les ocurre a esas ideologías es que no logran superar la visión de la diferencia entre el varón y la mujer como desigualdad jerárquica, en la que uno es el amo dominante y la otra la sierva sometida. Por esa limitación, la ideología del gender ve la sexualidad humana como un conflicto radical, un escenario de lucha por el poder, no de complementariedad para el amor. Por eso, la familia es vista, de suyo y por definición dogmática, como la estructura del poder patriarcal y el ámbito donde, desde el nacimiento, se esclaviza a la mujer. Vista así la familia, es lógico que pretendan suprimirla, incluidas las palabras padre o madre.

Me pregunto: ¿no hay ríos, mares y aguas contaminados?, ¿no hay atmósferas polucionadas, y mucho, sobre nuestras ciudades?  Y, siguiendo con la analogía: ¿no ha habido y hay familias sin amor alguno, corrompidas, que son un infierno?

¿Cuál es el remedio verdadero, el que soluciona y cura?, ¿se trata de suprimir las aguas por sucias, considerarlas un error cultural, y empeñarse en vivir sin agua, con algún sucedáneo extraño que no contenga ni una sola gota? ¿La solución a la atmósfera contaminada es suprimir el aire, negar el carácter natural de los pulmones y su respiración, para proponer que vivamos dentro de una escafandra, tal vez con algún tipo de gas que nos suministrará la ideología dominante?  ¿No será más sencillo, barato y verdadero limpiar aguas y atmósferas, para que podamos volver a beber y respirar tranquilamente según nuestra naturaleza?

Pienso lo mismo de “la polución” en las relaciones sexuales y familiares. La mejor solución no es imponer la desaparición de la diferencia entre hombres y mujeres o la de la familia. Sería aplicar la simplona y falsa solución del matar al perro para acabar con la rabia. La mejor solución es limpiar las relaciones sexuales y familiares de vicios, corrupciones, abusos, violencias, tiranías, traiciones y mentiras. Nunca la solución es matar al enfermo. La mejor es siempre sanarlo, prevenir que enferme, y cuidar su salud.