El modelo más natural, excelente y completo

El modelo más natural, excelente y completo

Paul Corcuera

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La unión íntima de amor y de vida entre un hombre y una mujer está inscrita en el corazón del ser humano, como el modelo más natural, el más excelente y completo.  No hay que tener miedo a decir y vivir esa permanente verdad.

El corazón amoroso y tierno, sensible al prójimo, lo entiende a la primera. El corazón egocéntrico, que se busca a sí mismo y necesita apropiarse de los demás, lo ve confuso y demasiado sacrificado. El corazón endurecido, de piedra, lo odia y rechaza.

Fragmento Original

“Los cristianos no podemos renunciar a proponer el matrimonio con el fin de no contradecir la sensibilidad actual, para estar a la moda, o por sentimientos de inferioridad frente al descalabro moral y humano.” (La alegría del amor, n. 35)

Comentario

El matrimonio, como íntima comunión de amor y de vida entre un varón y una mujer, sigue siendo la referencia más sencilla y profunda de la verdad y bondad que hay en la sexualidad masculina y femenina. Manifiesta su significado personal, su complementariedad, y su poder de unirse en un vínculo de amor fiel, definitivo y procreador de los hijos.

Las demás alternativas sexuales pasan y se pasan. En materia de fórmulas sexuales, no hay nada nuevo bajo el sol. Las que hoy se llaman alternativas modernas o progresistas, son muy antiguas. Sólo el matrimonio, con la familia que funda, persiste a través de los tiempos, los lugares y las culturas. ¿Por qué? Porque responde a la naturaleza íntegra del ser humano, a su entera condición de persona corpórea masculina o femenina, al poder de amarse, siendo don de sí y acogida en sí entre varón y mujer. Don y acogida recíproca de su paternidad y maternidad, que son dimensiones de su entero y sincero ser varón y mujer. Don y acogida fiel y definitiva, porque esa es la valía incondicional, singularmente única, y permanente de la persona de cada varón y mujer.

Solamente el matrimonio indisolublemente fiel y procreador contiene esa integridad completa que hay en la complementariedad sexual entre el varón y la mujer. Por esa integridad es por lo que la familia, fundada en el matrimonio, es capaz de cumplir las funciones sociales estratégicas para la pervivencia y para la humanización de la entera sociedad. El amor fiel y para toda la vida de los esposos, que irradia sus valores al amor ente padres e hijos, entre hermanos, entre abuelos y nietos. El procrear los hijos propios, cuyos padres y madres son entre sí esposos, originando un parentesco real, auténtico y completo sobre hijos, que son hermanos, hijos que son nietos de sus verdaderos abuelos. Más que ninguna otra fórmula, la familia de fundación matrimonial es la más fecunda. La más eficaz en la crianza y educación de los hijos; en la transmisión de valores y virtudes; en la capacidad de cuidar y acompañar en la salud y la enfermedad, en la bonanza y los infortunios, y enseñando, con la vida familiar vivida, a amar y ser amado de manera incondicional toda la vida.

Las demás alternativas sexuales no pueden cumplir tan completa y satisfactoriamente las funciones sociales vitales, a causa del carácter parcial o fragmentado de sus lazos. Algunas fórmulas ni siquiera tienen, por sí mismas, capacidad de procrear hijos propios. Si solamente existieran esas alternativas, y no la familia matrimonial, una sociedad no tendría garantizado el recambio generacional. Sólo el matrimonio, con la familia que funda, persiste a través de los tiempos, los lugares y las culturas, porque solamente en ella se vive el completo e íntegro poder de unión fiel y definitiva, valores y virtudes de la comunicación íntima y de la procreación que hay entre varón y mujer.

Esposos y familia no podemos vivir en la ignorancia de lo que somos. Y, por eso, en los miedos, reparos o complejos es imprescindible reafirmar la verdad y bondad humanas del matrimonio y familia que nos hemos propuesto vivir. Reafirmarlo con obras, amándonos más y mejor aquí y ahora, en los eventos de la vida ordinaria. Reafirmarlo significa ayudarse unos a otros, hacerse misericordia con los defectos y fallos, darse la mano y hacerlo juntos.

Debemos fortalecer el conocimiento de la estructura y dinámica del amor conyugal y de cada amor familiar, que se hace vida en cada tiempo y lugar, aunque muchas veces se tenga que ir contracorriente. Es en el seno de una familia, cuyo núcleo es el matrimonio fiel y fecundo, donde el amor humano tiene su hábitat más propio, más auténtico, más completo. No puede pasar nunca de moda, pese a todas las modas contrarias, porque matrimonio y familia no son una moda, otra más, sino la verdad natural originaria y permanente. No le achaquemos a la institución matrimonial, defectos personales y debilidades humanas que a veces parecen florecer de manera desmesurada. Pero, quien haya amado de verdad, ¿no ha tenido que ir muchas veces contra la corriente?

Temáticas: Matrimonio