El tiempo de una familia no es un pasatiempo. La familia misma es un sembrar cada hoy y un cosechar mañana lo mejor de los amores humanos.
Fragmento Original
“Toda la vida es un “pastoreo” misericordioso. Cada uno, con cuidado, pinta y escribe en la vida del otro. (…) Cada uno es (…) un labrador que trabaja en esa tierra fresca que son sus seres amados, estimulando lo mejor de ellos. La fecundidad matrimonial implica promover, porque “amar a un ser es esperar de él algo indefinible e imprevisible; y es, al mismo tiempo, proporcionarle de alguna manera el medio de responder a esta espera.” (La alegría del amor,n. 322)
Comentario
En familia, cada uno –sobre todo los padres– cuidamos de los demás como cuida el pastor a cada una de sus ovejas. Como labradores, que conocen cada tipo de tierra y cómo cultivarla para que dé más fruto, sembramos valores con la esperanza de que cada uno, en algún momento, dará su fruto.
Raquel y Mario tienen cuatro hijos. Ella cuenta: “Durante la adolescencia de dos mis hijos me sentí muy mal. Mario y yo nos habíamos esforzado por formarlos. Incluso dejé de ejercer mi carrera para dedicarme a ellos y así lo he hecho durante todos estos años. Pero llegó la adolescencia, el ingreso a la universidad y fue como si esos dos hijos comenzaran a rechazar todo lo que les habíamos dado. Pensaba que habíamos trabajado en vano, comencé a preguntarme en qué habíamos fallado con ellos. Mario y yo estábamos desconcertados. Comenzamos a ir a una consultoría familiar y nos aconsejaron tener paciencia y esperar a que las aguas volvieran a su cauce. Hubo momentos de tensión en el trato con esos hijos, pero en general mantuvimos con ellos la misma cercanía que con los demás, la cercanía de siempre. Uno de ellos terminó la carrera y comenzó a trabajar. A la vez notamos que iba cambiando, que iba “volviendo a ser” el de siempre. El otro fue a estudiar una maestría fuera de la ciudad y notamos lo mismo: que volvía a ser el de “siempre”. Ambos nos han dado grandes alegrías. Moraleja: los padres no sembramos en vano. Todo queda, aunque no lo parezca. Tener mucha confianza y esperanza en los hijos porque cuando menos pensemos nos darán gratas sorpresas.”