El corazón verdadero nunca pasa de moda

El corazón verdadero nunca pasa de moda

Ana Cecilia Crisanto

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El amor verdadero nunca pasa de moda. Lo que viene y se va son los “amores” de moda. El corazón de los jóvenes anhela amar y ser amado con fidelidad y para toda la vida. Padres y abuelos, con el testimonio de nuestros matrimonios, les demostramos que es posible y hermoso, o les arruinamos su confianza, alegría y esperanza.

Fragmento Original

“«Aun a riesgo de simplificar, podríamos decir que existe una cultura tal que empuja a muchos jóvenes a no poder formar una familia porque están privados de oportunidades de futuro. Sin embargo, esa misma cultura concede a muchos otros, por el contrario, tantas oportunidades, que también ellos se ven disuadidos de formar una familia» [14]. En algunos países, muchos jóvenes «a menudo son llevados a posponer la boda por problemas de tipo económico, laboral o de estudio. A veces, por otras razones, como la influencia de las ideologías que desvalorizan el matrimonio y la familia, la experiencia del fracaso de otras parejas a la cual ellos no quieren exponerse, el miedo hacia algo que consideran demasiado grande y sagrado, las oportunidades sociales y las ventajas económicas derivadas de la convivencia, una concepción puramente emocional y romántica del amor, el miedo de perder su libertad e independencia, el rechazo de todo lo que es concebido como institucional y burocrático»[15].

Necesitamos encontrar las palabras, las motivaciones y los testimonios que nos ayuden a tocar las fibras más íntimas de los jóvenes, allí donde son más capaces de generosidad, de compromiso, de amor e incluso de heroísmo, para invitarles a aceptar con entusiasmo y valentía el desafío del matrimonio”. (La alegría del amor, n. 40)

Comentario

Como profesora universitaria he tenido la ocasión de conocer lo que piensan algunos jóvenes sobre el matrimonio. Al lector le puede sonar muy conocido, puede haberle ocurrido en su etapa adolescente o universitaria.

¿Qué dicen algunos jóvenes sobre el matrimonio? Pues dicen la típica y contundente frase que lo resume todo: “yo no me voy a casar”. Parece una frase inmadura, poco pensada. Creo que es más bien una frase muy bien pensada, más que eso, una frase “vivida”, y que finalmente es fruto del miedo. Digo esto porque cuando conversas francamente con los jóvenes, te das cuenta que detrás de esa frase hay mucho más.

¡En el fondo lo que piensan los jóvenes es que en el matrimonio “es imposible que tu esposo te sea siempre fiel” (esto lo piensan más las chicas que los chicos) o si creen que esto es posible, piensan más bien que en el matrimonio no se puede ser feliz todo el tiempo!… hasta que la muerte los separe, “será al principio, pero luego no”.

¡A los jóvenes no se les puede ocurrir esto de la nada, lo dicen porque lo ven! Lo dicen porque algunas experiencias matrimoniales –más o menos lejanas– les dan esos mensajes. Lo dicen porque es lo que escuchan en los medios de comunicación. Sinceramente no los culpo por pensar así. ¿Si a usted le dijeran que escoja un proyecto que está predestinado al fracaso y en el que usted no será feliz, lo elegiría? No lo haría, ni usted, ni nuestros jóvenes. Pues ese tipo de proyecto de matrimonio es el que tienen en mente cuando nos dicen: “yo no me voy a casar”. Pienso que el miedo no es a casarse, el miedo es a ese tipo de matrimonio que se les presenta. A ese tipo de matrimonio ellos le dicen que ¡no!

¿Y si nuestros jóvenes se toparan con tantas experiencias conyugales de éxito? ¡Esas que la prensa no divulga pero que existen,  y tanto que existen! ¿Y si nuestros jóvenes se toparan con esos esposos alegres dejando a sus hijos en el colegio?, ¿y si supieran que esos mismos esposos se levantaron a las 5 de la mañana para hacer las loncheras, y a pesar del sueño… siguen siendo felices? ¿Y si nuestros jóvenes se toparan con esposos de 10, 20, 30, 40 años de casados, y notaran que se tratan con la misma delicadeza y respeto con que se trataban en el noviazgo? ¿Y si nuestros jóvenes se toparan con esposas y esposos que no hablan solo de dificultades sino de todo lo bello, bueno y verdadero que viven en sus matrimonios… cada día, todos los días?

¿Qué pasaría? ¿Qué pasaría si nuestros jóvenes conocieran estos testimonios vivos? Lo que pasaría y lo que a alguno de nosotros puede habernos pasado, es que se transita poco a poco de un “no me voy a casar” a un “quiero casarme porque podemos [mi esposo y yo] ser felices”.

Desde que soy más consciente de esta realidad, aprovecho para rezar por todos los matrimonios de mis amigas, y por los matrimonios recientes, para que sean testimonio vivo para las nuevas generaciones de jóvenes.

Todos los matrimonios tienen el hermoso reto, no solo de ser santos y felices en su vida conyugal y familiar, sino de ser testimonios vivos. Para decidirse a fundar un matrimonio y su familia, nuestros jóvenes necesitan salir de la tristeza, la desesperanza y el vacío. Necesitan vivir la alegría de amar, la confianza y esperanza de que es posible amarse con fidelidad, luchando unidos toda la vida.  Padres y abuelos “les debemos” ese testimonio de vida no sólo por amor sino por justicia.

Temáticas: Jóvenes