Educación para saber amar

Educación para saber amar

Renata Coronado

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Nadie nace maestro. Y menos en la sabiduría y arte de amar. Si no improvisas en tu profesión y te capacitas para ejercerla ¿por qué no haces lo mismo en tus relaciones amorosas? No te lamentes de los fracasos, si descuidaste la educación para saber amar.

Fragmento Original

“¿Quién es capaz de tomarse en serio a los jóvenes? ¿Quién les ayuda a prepararse en serio para un amor grande y generoso? Se toma demasiado a la ligera la educación sexual.” (La alegría del amor, n. 284)

Comentario

Hay que aprender a amar. Conocer su verdad y sus bondades, no sus apariencias y falsedades. Pero a la juventud ¿dónde y quiénes le enseñan la sabiduría y la madurez para amar?

El amor es conocimiento, no ignorancia. Errores e ignorancias, entre quienes intentan amarse, son toboganes a la fabulación irreal del otro, a las desilusiones y los fracasos. Saber amarse es conocerse entre sí. Adquirir la sabiduría y arte sobre el género de amor qué intentamos vivir. El de pareja, los familiares entre padres e hijos, entre hermanos, abuelos y nietos.  El fascinante mundo de la auténtica amistad. Este conocimiento nos da luces y libertad para las decisiones acertadas.

Los programas de educación de la sexualidad han estado, en su mayoría, enfocados desde una postura preventiva, por ejemplo: enseñar una praxis coitocéntrica y contraceptiva. Pero los jóvenes estamos cansados de eso, de que nos traten como seres egoístas que lo único que buscan es diversión sexual sin consecuencias.

Estamos hechos para más y lo sabemos. Queremos más verdad. Menos miedos y más valentía. Aprender a construir. Vivimos desorientados en nuestro anhelo de vivir amores que nos llenen. Con demasiada frecuencia las relaciones fracasan. Nos dejan, tan temprano, heridas profundas. Desconfianzas, decepciones y tristezas. Tardan mucho en cicatrizar. Nos dejan más vacíos que antes.

Quienes nos dedicamos a la docencia debemos sentirnos interpelados ante este panorama. Se trata de educar la vida afectiva de nuestros jóvenes. El universo del amor es decisivo, porque en él se juegan las relaciones humanas más profundas. Relaciones que nos dan el sentido y las razones de vivir.  El amor de pareja, el de padres e hijos, entre hermanos, abuelos y nietos. La amistad.

¿De qué nos sirve preparar excelentes profesionales si éstos no han desarrollado una afectividad madura?  ¿Si en sus diferentes amores no saben prevenir conflictos y evitar rupturas? El éxito profesional y social, el ganar dinero, no solucionará las soledades interiores, el vacío existencial. Eso no les dará las razones de vivir y la felicidad de fondo.

Pongamos los medios y las herramientas a disposición de ellos, no para imponerles ideologías ni doctrinas, sino para hacerles capaces de descubrir qué es amar de verdad. Para que tomen las mejores decisiones, verdaderamente personales, libres, con sólido fundamento.

Temáticas: Jóvenes