La mentira es cámara de gas letal para el amor. Amar y ser verdadero caminan juntos.
Fragmento Original
“Cuando se vive en familia, allí es difícil fingir y mentir, no podemos mostrar una máscara. Si el amor anima esa autenticidad, el Señor reina allí con su gozo y su paz” (La alegría del amor, n. 315)
Comentario
En la familia amamos como somos en nuestra desnuda intimidad, sin máscaras de personajes que no somos, disfrazados con mentiras y fingimientos. Esta sincera y desnuda manera es grande y frágil a la vez, pero de ella depende que una familia sea espacio y tiempo de confianza y compañía íntima para sus miembros.
La armonía dentro de la familia, exige su unidad. Esta unidad es el nivel culminante del verdadero amor. Conservarnos unidos, hacer que crezca la unión y restaurarla de desavenencias, cansancios y heridas es, más que una obligación, la manifestación real del amor concreto y práctico, aquí y ahora, que los familiares se tienen. En este compromiso con mantener viva la unión se producen actitudes, conductas y experiencias que desarrollan la madurez en el verdadero amarse de los esposos, padres, hijos y hermanos. Por esto se dice que la familia es “Iglesia doméstica” porque donde reina el amor, allí estamos abriéndole espacios y tiempos a Dios para que infunda su Espíritu de fuerza, alegría y paz.