Amor que trasciende

Amor que trasciende

Edgar Tejada Zevallos

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El amor conyugal es trascendente. No se agota en la pareja, en un yo y un tú, sino que trasciende su dualidad y les convierte en una única unión. Además, esa unión es procreadora y su amor se irradia a los hijos. Más aún, esposos, padres e hijos conforman un hogar familiar, el ámbito de intimidad donde juntos viven sus amores.

Fragmento Original

“Cada niño que se forma dentro de su madre, es un proyecto eterno del Padre Dios y de su amor eterno. Cada niño está en el corazón de Dios desde siempre y en el momento en que es concebido se cumple el sueño eterno del Creador.

Pensemos cuánto vale ese embrión desde el instante en que es concebido. Hay que mirarlo con esos ojos de amor del Padre, que mira más allá de toda apariencia” (La alegría del amor, n. 168)

Comentario

Este pasaje del Papa Francisco pone de relieve el hecho grandioso de la maternidad de la mujer, que a veces nos pasa desapercibido. Ella es la única que, más que tener, es seno de la vida. Los varones carecen de claustro materno. Es en el seno de la mujer donde ocurre la concepción, la fusión del espermatozoide paterno con el óvulo materno. Es en este seno materno donde el nuevo ser vive su gestación hasta el nacimiento. Estamos ante la maravilla y milagro de la maternidad. Un embarazo no es un derecho, es un don de Dios que permite a ambos cónyuges coparticipar de su Creación. Los seres humanos procreamos, es decir: cooperamos con la creación de Dios. A diferencia de las otras especies que se reproducen. Pero es la mujer la que, como madre, concibe, gesta y alumbra. De ahí el insustituible papel de la mujer, como madre, dentro de una familia, porque es su seno de vida, la fuente de ternura y calor.

Temáticas: Maternidad