Se aprende a amar amando

Se aprende a amar amando

Mariela García

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A amar se aprende amando. ¿A quiénes? A personas específicas que nos rodean. ¿Cuándo? Ahora y cuanto antes. ¿Dónde? En las situaciones y circunstancias concretas de nuestro escenario vital. ¿Para qué? Para descubrir la grandeza de la vida corriente de cada día.

Fragmento Original

“En primer lugar, porque la entiendo como una propuesta para las familias cristinas, que las estimule a valorar los dones del matrimonio y la familia, y a sostener un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia. En segundo lugar, porque procura alentar a todos para que sean signos de misericordia y cercanía allí donde la vida familiar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y gozo.” (La alegría del amor, n.5).

Comentario

El Papa Francisco sintetiza en esta expresión dos de sus principales intenciones en “La alegría del amor”, que surgen, como no podría ser de otra manera, del acto mismo de amar; a saber:

i) levantar fuego y recordar los valores enraizados en la vida conyugal y matrimonial, y ii) animar a la comprensión y a la compasión frente a realidades donde el dolor y la falta de armonía están presentes.

A amar se aprende amando, lo que conlleva dar y acoger a los demás reconociendo su singularidad personal, su valía incondicional y su radical e innata dignidad. Sobre este trato de justicia es posible el vuelo a lo alto del amor.

Solo así el amor descubre su capacidad de dádiva, su humanidad y bondad ilimitada. Quien ama de veras se da a si mismo con autenticidad; la experiencia de amar lo “catequiza”, lo muda, lo convierte en alguien generoso, en vez de cicatero y miserable; fiel en vez de egoísta e inconstante; paciente, afectuoso y tierno, en vez de irascible, dominante e impulsivo. Amándose, los esposos y las familias descubren y valoran lo que los une y se motivan juntos para poner los cuidados necesarios para no perderlo.

Acoger a otro comporta lo suyo; en su realización y ejercicio puede brotar la misericordia: la proximidad, el contacto sincero y cercano que vendrá acompañado de la ayuda humilde y generosa, para mejorar situaciones donde se ha empobrecido la concordia y el gozo de amarse. La cuota de paz que llegue a alguno de los miembros de estas familias será una chispa que levantará fuego y se traducirá en bienes y servicios para los demás.

Con el paso del tiempo, al hacernos mayores en años,  nos reafirmamos en el valor supremo del amor y de su irrestricta finalidad por encima de otros bienes. Hemos madurado y nos resulta más sencillo distinguir lo importante de lo superfluo. Las personas son dignas y merecedoras de nuestro amor y por fortuna, la vida se encarga de regalarnos siempre oportunidades para ensanchar el corazón y la calidad de nuestros afectos.

Temáticas: Alegría de amar