Quienes se aman no usan la lengua como espada para herirse.
Fragmento Original
Los esposos que se aman y se pertenecen, hablan bien el uno del otro. (La alegría del amor, n. 113).
Comentario
Quizás no te hayas dado cuenta que la lengua puede ser un arma peligrosa. La lengua puede ser un “mundo de iniquidad” (St 3,6). Si te importa amar, entonces cuida de no usarla como un puñal.
Escuchar a uno de los padres que habla mal del otro es algo que desconcierta a los hijos y los destruye por dentro. Sea que estén unidos o separados, los esposos tienen la obligación de salvar la imagen el uno del otro. Así como los hijos tienen el deber de no juzgar lo que no son capaces de entender en las historias de sus padres.
Fuera de casa, con más razón, uno debe tener cuidado de lo que manifiesta sobre la intimidad del hogar y los defectos y errores del cónyuge (o de los hijos, o de los padres). Hay cosas que no deben hablarse fuera del hogar, como no sea para pedir una orientación –a quien verdaderamente pueda darla– para solucionar un problema, y aun así se ha de extremar el cuidado y hacerlo con el respeto, la medida y la discreción, que exige el buen amor.