Nadie es la compañía íntima de sí mismo

Nadie es la compañía íntima de sí mismo

Paul Corcuera

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Nadie es la compañía íntima de sí mismo. Si lo único que buscas es complacerte a costa de los demás, te condenas al vacío y la soledad interior… y causas mucho daño.

Fragmento Original

“…síntomas de la “cultura de lo provisorio”. Creen que el amor, como en las redes sociales, se puede conectar o desconectar a gusto del consumidor in incluso bloquear rápidamente… Se traslada a las relaciones afectivas lo que sucede con los objetos y el medio ambiente: todo es descartable, cada uno usa y tira, gasta y rompe, aprovecha y estruja mientras sirva. Después ¡adiós! El narcisismo vuelve a las personas incapaces de mirar más allá de sí mismas…” (La alegría del amor, n.39)

Comentario

Una de las experiencias que la vida al paso de los años va mostrando, es la frecuencia con que, quienes nos confían los sufrimientos y soledades de sus desamores, ignoran un ingrediente fundamental del amar. Se trata de la gran metamorfosis.  Tienes que pasar de la necesidad de que te sirvan y satisfagan a la capacidad de darte y de acoger; es, ciertamente, un giro copernicano. Has de preferir al amado y su bien, por encima de tu egocentrismo. Mientras tu “yo”, y “sólo ese yo”, sea tu predilecto, mientras sólo busques de los otros que te sean útiles y estén a tu servicio, sencillamente no amas a nadie. Sólo te amas a ti mismo.

El precio de estar encerrado en el amor propio será tu soledad y tu vacío. Una soledad y vacío insaciables. ¿Por qué esa constante insatisfacción interna? Porque uno no es la compañía de sí mismo. Porque no existimos para nosotros mismos, sino para amar a otras personas.