Consentimiento matrimonial

Consentimiento matrimonial

Carlos E. Guillén

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El consentimiento matrimonial es palabra creadora. Transforma nuestro ser. Ahora nos pertenecemos el uno del otro y ambos a nuestra unión.

Fragmento Original

“A veces, los novios no perciben el peso teológico y espiritual del consentimiento, que ilumina el significado de todos los gestos posteriores.” (La alegría del amor, n. 214)

Comentario

En la economía sacramental el lenguaje es per se “conformador”, las palabras cambian verdaderamente el ser de las cosas. Por las palabras del bautismo, una criatura se convierte en hijo de Dios; por las palabras de la consagración, el pan y el vino se transubstancian en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y ya nunca más pueden volver hacia atrás a ser lo que fueron antes.  Simples agua, pan y vino.

Lo mismo, por las palabras del consentimiento matrimonial, con que ambos se dan y acogen entera y realmente como varón de su mujer y mujer de su varón, dos llegan a ser una sola carne. Su consentimiento es creador. Ha cambiado el ser de cada uno de los novios. Antes eran un yo y un tú por separado. A partir de ahora son un único nosotros. Su nueva manera de ser es su unión de amor, exclusiva, fiel, definitiva. El pasado individual quedó atrás, pasó para siempre. En el ser del varón y en el de la mujer hay esa enorme e íntima potencia de unión. El consentimiento nupcial, que es voluntad conjunta, la hace existir, la pone en vida.