¿Se está rompiendo un matrimonio? No ahondes sus diferencias. No encones sus odios. Alivia su sufrimiento. Pon luz, da paz, ayuda al reencuentro.
Fragmento Original
“(…) toda ruptura del vínculo matrimonial << va contra la voluntad de Dios, también es consciente de la fragilidad de muchos de sus hijos>> (…) << la Iglesia debe acompañar con atención y cuidado a sus hijos más frágiles, marcados por el amor herido y extraviado, dándoles de nuevo confianza y esperanza, como la luz del faro de un puerto>>” (La alegría del amor, n. 291)
Comentario
El Papa Francisco llama a actuar con mucho amor de misericordia con nuestros familiares y amigos cuyos matrimonios pasan por malos momentos. Todos tenemos alguna fragilidad o muchas. A veces la peor es la terquedad en no reconocer las propias fragilidades, limitaciones y defectos, cegados con un “yo tengo la razón “y por un “la culpa es del otro”.
Cuando un matrimonio se extravía o se fractura, quienes se pierden y se rompen son los propios cónyuges. El matrimonio no es cosa de afuera, sino de adentro de los propios esposos. Es su unión. No parece que queramos darnos cuenta del enorme daño que nos hacemos a nosotros mismos, a nuestros hijos y al resto de las familias. ¿Qué nos ciega? La terca tendencia del “ego”, que busca imponerse, prevalecer, conseguir hacer a los demás girar en torno a sus deseos. Ese ego busca su satisfacción, no se abniega nunca, aunque sea al precio de debilitar, distanciar o romper la unión conyugal.
En esas dolorosas circunstancias, lo último que podemos hacer es entrar en la guerra, aumentar los resentimientos, acusaciones y odios, dividiendo y distanciando más a los esposos, a sus hijos y a las familias respectivas.
Hay que decir, rotundamente, que eso no es cristiano, ni es buen amor, ni tiene nada de constructivo. Ante las fragilidades, fracturas y odios, quien de veras les ama lo que hace es acoger, aliviar, pacificar, esperar con paciencia, dar esperanza, ir a las causas y actuar como un faro de luz para los barcos en riesgo de naufragio. El enorme bien que se está destrozando es el ser unión. La luz, que el amor trae, es la que ve qué cosas enfrentan y desunen y, a la vez, qué caminos acercan y reúnen. Si conoces las causas, busca la sabiduría y artes para irlas desactivando, pero no las conviertas en armas, bombas y cañonazos.