Motivo de alegría

Motivo de alegría

Rosario García Naranjo

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El que ama no se compara con sus seres queridos, no compite por ver quién es más y mejor. Se alegra con la felicidad de quienes ama. Y, porque les quiere de veras, el amor le hace verlos más preciosos y mejores que a sí mismo. Les ve el mejor que tienen adentro y pueden llegar a ser. No se lo envidia. Se lo abona.

Fragmento Original

(El amor) “Acepta que cada uno tiene dones diferentes y distintos caminos en la vida. Entonces procura descubrir su propio camino para ser feliz, dejando que los demás encuentren el suyo” (La alegría del amor, n.95)

Comentario

Es el día de la premiación en el colegio. Ha terminado el año escolar y Marta, como siempre, ha sacado el primer puesto de su promoción. Para variar, su hermana Elsa ha desaprobado dos cursos y debe dar los exámenes de recuperación en vacaciones. Todos están contentos en casa por Marta. Todos menos Elsa. Ha subido a su cuarto y no quiere bajar a comer las pizzas que han comprado para celebrar. Sólo grita: “Claro, como ella siempre es la “hija perfecta”. Su madre se acerca y le habla: “Amorcito, Elsa, ven para acá. Mira, cada uno de nosotros es muy valioso, cada uno de mis hijos vale oro. La manera de ser que cada uno tiene, sus habilidades, todas son valiosas. Son como materiales que se nos han dado con el encargo de trabajarlos para ser felices y así los debemos ver. A unos se le dieron unos materiales y a otros, otros. Martha, por ejemplo, tiene habilidad para los estudios; tú, no te olvides, tienes habilidad para los deportes y las manualidades y así lo mismo ocurre con tus otros hermanos, tu papá y yo. La manera de ser de los otros, los éxitos de tu familia deberían ser motivo de alegría para ti. No hay lugar para la envidia, para querer ser como otra persona, querer tener sus cualidades, sus éxitos, su vida. Al envidiar me estoy comparando y comparando en desventaja: ¿por qué no soy así? ¿Por qué no tengo tal o cual cualidad? ¿Por qué yo siempre con problemas y ella siempre con una vida tan fácil? Si nos ponemos a pensar, si yo quiero a una persona deseo lo mejor para ella. Tú quieres a tu hermana. Deberías entonces estar alegre por ese premio. Además, fíjate, cuando envidio no acepto algo de mí mismo, de mi vida. No lo acepto porque quiero tener la vida de otros o quiero ser como los otros y no estoy aceptando ni agradeciendo la vida que tengo ni las cualidades que tengo”.

Temáticas: Fraternidad