Amarse es conocerse; no ignorarse. Es confianza y sinceridad; no miedo y mentiras. ¿A qué espejismo, personaje fantasma o máscara aman los que no se conocen? Los espejismos se esfuman. Sus “amores” también.
Fragmento Original
“Muchos llegan a las nupcias sin conocerse… no han enfrentado el desafío de mostrarse a sí mismos y de aprender quién es en realidad el otro” (La alegría del amor, n. 210)
Comentario
En los últimos años aumentan los casos de matrimonios jóvenes que comienzan con mucho entusiasmo y se divorcian al cabo de poco tiempo. ¿Esta volatilidad es porque el matrimonio es demasiado difícil, quizás algo imposible? ¿La causa de las fragilidades y poca duración la tiene el matrimonio?
Muchas causas pudieron detectarse y solucionarse a tiempo. Algunas se deben en gran parte a la falta de un conocimiento mutuo real. No me refiero a saber cuál es el platillo o color favorito, u otras cosas menores y superficiales. Me refiero al conocimiento de la realidad de uno y del otro expresamente como potenciales esposos, a las capacidades para construir juntos, a las fortalezas para aceptarse, ayudarse y no sucumbir a las frustraciones, al conocimiento de los valores de la persona concreta, de sus virtudes y defectos, de sus sueños y proyectos, de su laboriosidad y tenacidad, de su visión de una familia, de los hijos, del sentido de la vida, y de su dimensión espiritual.
Anhelamos amar, pero evitamos conocernos a fondo. Parece que nos da miedo tener conversaciones profundas, porque quizás hemos estado tanto tiempo distraídos en lo superficial y sin cultivar una vida interior, que ocultamos que no tenemos nada que ofrecer. Si estamos vacíos, si nos engañamos con apariencias, si nos mentimos y pretendemos ser lo que no somos…, si somos unos fantasmas, unas pompas de jabón, ¿a quién amamos realmente? ¿Así podremos amar de verdad?
Para conocerse uno al otro, parece imprescindible conocerse uno a sí mismo. Si cada uno jamás se pone ante el espejo, con realismo y humildad, si cada uno está vacío y sin el menor interés por conocer y mejorar su interior…, se abre el camino a personalidades frívolas, superficiales, manipuladoras, falsas, mentirosas. Es una muerte anunciada casarse sobre estos desconocimientos y errores.
Un proyecto de íntima vida en común tan grande como es el matrimonio, tener hijos, construir un hogar cálido, estable, fuerte, capaz de darse unos a otros amor, confianza, mutua ayuda, lealtad y fidelidad y compañía…, pide darnos ocasión de conocernos realmente, de comunicarse con sinceridad, de aceptarse con fundamento.