He descubierto la ternura. Es una suave dulzura del corazón cuya medida no tiene medida. Cada amor familiar tiene la suya.
Fragmento Original
“En el horizonte del amor, central en la experiencia cristiana del matrimonio y la familia, se destaca también otra virtud (además de la misericordia y el perdón, n.27), algo ignorada en estos tiempos de relaciones frenéticas y superficiales: la ternura” (La alegría del amor, n.28).
Comentario
Cualquier terapeuta experimentado sabe que la misericordia, el perdón y la ternura son medicinas poderosísimas en el alivio o la curación de los conflictos familiares. Más que cualquier ingenioso método terapéutico inyectado desde afuera a los pacientes. Podemos, sin duda, sugerir y hasta iluminar el camino. Pero los pasos de la misericordia, el perdón y la ternura son exclusivos de los propios actores. Sin esa implicación, de nada sirve que el terapeuta sea tierno.
El Papa Francisco, en el texto citado, sugiere dos enemigos de la ternura: lo frenético y superficial. Es un diagnóstico certero. ¿Por qué? Porque la misericordia, el perdón y, sobre todo, la ternura, brotan de adentro, no de afuera. Del corazón realmente suave y tranquilo. No de la cosmética externa, ni del dinero que pretende comprarte en un segundo. Las prisas, el no tener tiempo ni espacio para nuestros “amados”, nos condena a la superficialidad de las relaciones. Y el frenesí, es decir, el aquí a tiempo cero y velocidad infinita “te lo exijo todo”, es incendio que calcina en instantes, que genera reproches y decepciones, que deja a uno y a otro con aquel sentimiento de soledad: “no me comprende, ni me conoce, ni me escucha…”.
La ternura es amor en estado químicamente puro. Conlleva serenidad para el necesario espacio y el tiempo que es la suavidad en el amarse. Calidez en el crear y sostener esos espacios y tiempos. Es paz y dulzura en las intimidades de quienes se aman. El amor que no brota de este manantial interior, que es sólo ventolera externa, que está mirando impaciente el reloj…, tal vez exigirá misericordia, perdón y ternuras aquí y ahora, a toda velocidad y hasta de malas maneras si te retrasas un segundo. Pero será incapaz de darlas.